domingo, 15 de febrero de 2009

La solución de la regulación

Durante todo el siglo XX los "expertos" nos han estado vendiendo las bondades del sistema capitalista aduciendo que los mecanismos del libre mercado son suficientes para autorregular el sistema económico. Así, ante cualquier distorsión, a largo plazo, el mercado, mediante ajustes sucesivos en la oferta y la demanda, sería capaz de restaurar el equilibrio. Sobre el papel, esto es así. Pero hay tres problemas. El primero es que este mecanismo sólo opera a largo plazo. El segundo es que el equilibrio de un sistema no garantiza beneficios para sus componentes. El último es que NO tenemos un sistema de libre mercado.

En relación a los largos plazos necesarios para la autorregulación del mercado, como dijo John Maynard Keynes en respuesta a los que propugnaban esta estrategia para salir de la Gran Depresión: "A largo plazo, todos muertos". Por poner un ejemplo, es posible que a largo plazo el sistema inmunitario de un enfermo consiga curarle pero no si la progresión de la enfermedad es más rápida que la de la producción de anticuerpos. Es un hecho. Hay enfermos que mueren. Por eso no debemos esperar a que las cosas se arreglen solas. Es importante que las autoridades intervengan cuanto antes para solucionar los problemas del mercado mediante su regulación.

Un ejemplo sobre el segundo punto: la Tierra es un sistema ecológico formado por toda una serie de subsistemas. Sabemos que cuando el equilibrio se rompe en uno de ellos, se produce una reorganización interna de manera natural que restituye el equilibrio. Sin embargo, el sistema resultante siempre es diferente al sistema original. Algunos de sus componentes pueden desaparecer. A veces TODOS pueden desaparecer. Donde antes hubo vergeles ahora hay muchos desiertos en la Tierra para atestiguarlo. Si no queremos que nuestro sistema de vida desaparezca debemos guiar estos procesos de cambio. Hay que prever y actuar.

Pero el peor de los tres problemas de nuestro sistema es el tercero: NUNCA hemos estado en un sistema de libre mercado.
Hay fundamentalmente dos motivos. El primero: no tenemos un sistema de competencia perfecta. El segundo: la información no llega de manera igualitaria a todos sus componentes.

Un sistema es de competencia perfecta cuando para un determinado producto existen muchos oferentes y muchos demandantes. Es en este hipotético caso en el que funciona la ley de la "mano invisible". Lamentablemente, en el caso de la mayoría de productos que consumimos en nuestra sociedad lo que predominan son los monopolios, oligopolios, monopsonios y oligopsonios.
Sobre los monopolios y oligopolios nos han estado alertando los "expertos" durante muchos años. Y parece que todos vemos claro que la concentración de la oferta constituye un peligro para el sistema. Paradójicamente éste es el objetivo de cualquier empresa. Barrer a todos sus competidores y quedarse con todo el mercado. Curioso sistema en el que los competidores piden al legislador que actúe contra las prácticas monopolísticas mientras intentan por todos los medios llevarlas a cabo.
Pero los grandes desconocidos por el gran público y más peligrosos si cabe son los monopsonios y oligopsonios, es decir la concentración de la demanda. De esa forma unas pocas empresas son capaces de controlar todo un sector de la economía y hacer así dependientes no sólo a los consumidores, sino también a proveedores, productores de materias primas y por supuesto trabajadores. Ejemplos de estos son los fabricantes de automóviles y las grandes cadenas de alimentación. ¿Por qué no se legisla para limitar estos comportamientos?
Para corregir la "imperfección" de la competencia sólo hay una manera: la regulación.
Lo mismo se aplica a la imperfección de la información. Se permiten todo tipo de prácticas como la publicidad engañosa, la letra pequeña, las tarifas basura, segmentaciones abusivas, etc... Sólo hay una forma en que se pueda acabar con ellas: la regulación.

Para mí el origen de la actual crisis está en la desregulación del sistema. Todo lo demás no son causas: son síntomas.
No se soluciona nada con las inyecciones de capital que están llevando a cabo todos los países. Sobre todo si se aplica el parche a los lugares menos apropiados. Más aún: ésto sólo puede agravar el problema. Una prueba es el reparto de primas millonarias a directivos usando las ayudas concedidas. Esta forma de actuar obedece a la estrategia de los que nos han llevado a la crisis. Como sugiere Naomi Klein en "La Doctrina del Shock" las fuerzas neoconservadoras tratan de sacar ventaja: el pueblo desesperado aceptará, durante una crisis, medidas que de otra manera habría rechazado. Cuanto más dura sea la crisis, más duras son las medidas que la gente es capaz de aceptar. Es evidente que en esta línea van las declaraciones como las del gobernador del Banco de España de hace unos días: "reforma del mercado laboral", un eufemismo para "despido libre". Sólo con lograr esto... ¡qué gran avance para los defensores del capitalismo! ¡Qué gran volumen de beneficios a corto plazo! ¡Cuántos siglos de lucha borrados en un segundo!